El DJ Francisco José Rivera, conocido como Kiko Rivera, y su esposa, Irene Rosales, han decidido concluir su matrimonio. La información fue inicialmente divulgada en la portada de la revista Semana y, horas después, corroborada por el propio Rivera a través de un comunicado difundido en sus perfiles de redes sociales. La pareja, que contrajo matrimonio en 2016, pone fin a una relación de más de una década durante la cual han tenido dos hijas.
La confirmación oficial tras la exclusiva
La jornada informativa comenzó con la publicación de la revista Semana, que dedicó su portada a la noticia de la separación. La ausencia de declaraciones previas por parte de los implicados ocasionó un notable interés. En respuesta a la difusión de la noticia, Kiko Rivera emitió un comunicado para aclarar la situación y fijar su posición.
En el texto, Rivera confirmaba de manera directa el fin de la relación. «Mi mujer y yo hemos decidido separar nuestros caminos», señalaba al inicio del escrito. Además, subrayó su voluntad de gestionar el asunto con total discreción y sin contraprestaciones económicas. «No voy a sacar partido económico de esta situación, ni voy a acudir a televisión para hablar de mi vida privada», afirmó de forma contundente. La publicación recibió una reacción pública de Irene Rosales, quien indicó su conformidad con el contenido a través de un «me gusta».
Los términos del cese de la convivencia
Las informaciones disponibles apuntan a que la determinación fue tomada de mutuo acuerdo y de manera meditada. Fuentes cercanas a la pareja han comunicado a diversos medios que no existió la participación de terceras personas en la decisión. El principal objetivo para ambos, según se ha reportado, es preservar el bienestar de sus dos hijas, Ana y Carlota.
Este compromiso fue uno de los aspectos centrales del comunicado de Rivera. «Seremos padres siempre, y ese lazo no se rompe con una separación», expresó, añadiendo que las niñas son «la mayor prueba del amor que hubo». La intención manifestada es la de mantener una dinámica familiar funcional para que las menores se vean afectadas en la menor medida posible por la nueva situación.
Una cronología de la relación
La trayectoria sentimental de Kiko Rivera e Irene Rosales se inició en el año 2014. El 7 de octubre de 2016 formalizaron su unión en una ceremonia nupcial. Fruto de su matrimonio nacieron sus dos hijas, Ana en 2015 y Carlota en 2018. A lo largo de estos años, la pareja ha afrontado diversas circunstancias de gran exposición pública, entre ellas los problemas de salud del DJ y sus conocidos distanciamientos familiares.
Durante estos periodos, la figura de Irene Rosales fue un soporte constante para Rivera, una circunstancia que él mismo reconoció en múltiples intervenciones públicas. La pareja había proyectado una imagen de unidad frente a las adversidades mediáticas y personales.
Un anuncio en un momento de aparente calma
La noticia de la ruptura resultó inesperada para la opinión pública, ya que no existían indicios recientes que sugirieran una crisis en la pareja. Hace apenas unas semanas, ambos compartieron en sus redes sociales imágenes de unas vacaciones familiares en Menorca junto a sus hijas y al hijo mayor de Rivera, Francisco.
Los mensajes que acompañaban a dichas publicaciones transmitían una atmósfera de armonía. Rivera describió ese tiempo como un «regalo» y destacó la importancia de los momentos en familia. Por su parte, Rosales publicó una reflexión sobre la importancia de «crear momentos felices». Estos antecedentes hicieron que el anuncio del final de su matrimonio tuviera un impacto mayor.
La postura ante la exposición mediática
En su comunicado, Kiko Rivera estableció una posición clara sobre el tratamiento que desea dar a este capítulo de su vida personal. Su renuncia explícita a participar en formatos televisivos o entrevistas pagadas para abordar la separación constituye una decisión notable en el contexto de las figuras públicas.
Este posicionamiento es coherente con otras afirmaciones del texto, en las que alude a haber alcanzado una «paz mental» y a un proceso de transformación personal. Rivera calificó la decisión como «lo más difícil, pero también lo más necesario», y concluyó su mensaje con una reflexión sobre su estado actual: «La vida me ha enseñado que incluso en medio del dolor hay lugar para la gratitud, y que de cada cambio nace una oportunidad».

