La streamer Abby, fue recibida por un intenso abucheo del público el pasado sábado en La Velada. Este hecho ha generado gran discusión en redes sociales, cuyos motivos estarían marcados por un discurso del pasado que le supuso grandes críticas a la creadora de contenido.

La propia Abby expresó cómo se sintió poco después, dibujando un cuadro de perplejidad y frustración. «¿Me odian tanto?», se preguntaba, antes de señalar una aparente contradicción. Según su testimonio, en la misma velada se encontraban personas sobre las que pesan acusaciones de gravedad. «Han ido abusadores, han ido personas con denuncias completamente fuertes y a la que más han abucheado es a una tía que simplemente tiene un discurso de una manera de pensar», lamentaba, sugiriendo que la reacción en su contra era desproporcionada en comparación con la tolerancia mostrada hacia otros.

La perspectiva de ElXokas: un análisis de la reacción del público

El streamer Joaquín Domínguez, conocido como «ElXokas», abordó la situación en uno de sus streams, ofreciendo un análisis que ha sido ampliamente compartido en redes. Según él, la reacción del público no fue un acto espontáneo de animadversión, sino la consecuencia directa de un discurso específico de Abby que alcanzó una enorme viralidad tiempo atrás.

Se refería al clip en el que ella afirmaba: «prefiero creer a una posible mentirosa que a un posible abusador». Para ElXokas, esta frase es el núcleo del descontento. «El problema es que Abby yo creo que no es consciente», comenzó su exposición. Argumentó que esa declaración se interpreta como una toma de posición que afecta a la mitad de la población. «Es literalmente decir que la mitad de los españoles […] nunca les vas a creer, porque siempre vas a creer a una posible mentirosa», explicó, añadiendo que esta postura «vulnera totalmente la presunción de inocencia».

Desde su punto de vista, un posicionamiento de esa naturaleza, que cuestiona uno de los pilares fundamentales de los sistemas de derecho modernos, inevitablemente genera una fuerte oposición. «Es normal que la gente se te eche encima. Y ese clip lo ha visto absolutamente todo el estadio», sentenció, aludiendo a los millones de reproducciones que tuvo dicha declaración. A pesar de su análisis crítico, ElXokas confesó sentir «pena» por la situación personal de Abby. «Se tiene que sentir fatal. Aunque haya ganado, es como si hubiese perdido», reflexionó, mostrando una faceta más humana del conflicto.

El debate sobre la proporcionalidad y la defensa

Uno de los puntos que ElXokas cuestionó fue la estrategia de defensa de Abby, basada en la comparación. Su argumento de que «hay gente que ha hecho cosas peores» es, según el streamer, una defensa endeble. «Tu defensa no tiene que depender de los demás, sino que tiene que depender de ti», afirmó. Esta idea introduce en la conversación el concepto de la responsabilidad individual.

La discusión se aleja así del simple «quién es peor» para centrarse en si cada figura pública debe asumir las consecuencias de sus propios actos y palabras, independientemente de las acciones de terceros. «Aquí cada palo aguanta su vela», resumió ElXokas con un conocido dicho popular, insistiendo en que minimizar los propios errores señalando los ajenos no contribuye a una resolución real.

Este enfoque plantea una pregunta relevante para cualquier persona con una plataforma pública: ¿hasta qué punto es válido defenderse comparándose con otros? ¿O la única vía para reconstruir la confianza es afrontar directamente las críticas recibidas por los actos propios? La respuesta a estas preguntas parece definir la trayectoria de muchos creadores de contenido.

El caso de Coscu y la reflexión sobre el perdón

Para ilustrar su punto sobre la redención y la capacidad de la comunidad para perdonar, ElXokas introdujo otro ejemplo notorio: el del streamer argentino Coscu. Recordó la controversia que lo rodeó por haber tomado una fotografía inapropiada de una mujer hace años, un hecho que el propio Xokas calificó como «terrible» y «fatal». «No hay nadie en su sano juicio que piense que lo que hizo está bien», remarcó con firmeza.

Sin embargo, a continuación, pivotó hacia la idea del perdón. Planteó que, si una persona comete un error grave, lo reconoce públicamente y muestra arrepentimiento, la sociedad debería contemplar la posibilidad de la reinserción. «Tienes que ser muy mala persona para creer que una persona que haya cometido un error y que lo haya reconocido […] no pueda tener la capacidad de poder resarcirse», argumentó.

Con este ejemplo, ElXokas no buscaba equiparar las acciones de Abby y Coscu, sino reflexionar sobre un principio más universal: la capacidad de perdonar. Su mensaje final parecía dirigido tanto a los críticos más duros como a las propias figuras públicas: los errores, incluso los graves, forman parte de la condición humana. Lo que define a una persona, según su visión, no es solo el error cometido, sino su capacidad para reconocerlo, disculparse y aprender. «Esperarás que tu madre, tu padre, tus amigos te perdonen», concluyó, tratando de conectar la experiencia de una figura pública con la de cualquier individuo anónimo.

Implicaciones en la esfera digital y la presunción de inocencia

Este episodio va más allá de los nombres propios y pone el punto de mira en varias dinámicas cruciales de hoy en día. En primer lugar, la perdurabilidad de los contenidos en internet. Un clip de vídeo, extraído de una transmisión de horas, puede convertirse en la carta de presentación perpetua de una persona, para bien o para mal.

En segundo lugar, la tensión entre la libertad de expresión y la responsabilidad social. La declaración de Abby se enmarca en un debate social más amplio sobre feminismo y credibilidad de las víctimas, pero su formulación categórica fue interpretada por muchos como un ataque a un principio legal esencial. La presunción de inocencia no es solo un tecnicismo legal; es una garantía cívica que protege a cualquier individuo de ser considerado culpable hasta que se demuestre lo contrario en un juicio justo. Su cuestionamiento, incluso en el plano de la opinión personal, tiene consecuencias sociales palpables, como demostró la reacción del estadio.

El caso, en su conjunto, deja a la comunidad con más preguntas que respuestas. ¿Dónde se traza la línea entre un abucheo como forma de expresión de un desacuerdo y el acoso público? ¿Puede una persona redimirse de sus declaraciones más controvertidas? Y, quizás la más importante, ¿está la sociedad preparada para tener conversaciones matizadas o está condenada a un ciclo de polarización y condena sumaria?

Periodista especializado en contenidos informativos y audiovisuales. Reportero en Teleolesa y redactor en Periodisme.cat. Ha desarrollado su trayectoria en medios de comunicación, compaginando tareas de redacción, edición y realización de contenidos.

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